La política exterior ha ocupado el primer y el último lugar en el discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden. En dos bloques separados por las cuestiones domésticas, el mandatario demócrata ha hecho una enérgica defensa de la ayuda a Kiev (Ucrania puede defenderse sola con más ayuda, afirmó) y, para cerrar su alocución, de la contribución de EE UU a la ayuda humanitaria para remediar la situación catastrófica que vive Gaza, con guiños a ambas partes en conflicto, en especial, por inéditos, a Israel. El capítulo ucranio y el de Oriente Próximo, junto con una coda sobre la rivalidad con China, fueron las referencias de Biden a un mundo convulso, de inestabilidad global, que en casa también le está causando quebraderos de cabeza: los republicanos al bloquear en el Congreso la ayuda a Kiev, y los propios demócratas, al pedirle acciones concretas que palíen la catástrofe en Gaza. El caudal de votos de castigo por parte de votantes que en las primarias no marcaron la casilla que lleva su nombre, en protesta por su apoyo a Israel, no podía quedar sin respuesta esta noche, porque su suerte en noviembre estará en parte vinculada a su política en Oriente Próximo.
Tiempos convulsos y extraños, “en los que que la libertad y la democracia están siendo atacadas, tanto en casa como en el extranjero, al mismo tiempo. En el extranjero, Putin está en marcha, invadiendo Ucrania y sembrando el caos en toda Europa y más allá. Si alguien en esta sala piensa que Putin se detendrá en Ucrania, les aseguro que no lo hará”, apuntó, aunque “Ucrania puede detener a Putin si le proporcionamos las armas que necesita para defenderse. Eso es todo lo que pide Ucrania. No piden soldados estadounidenses, no los hay y estoy decidido a que siga siendo así”.
Apenas cuatro minutos después de empezar su discurso, Biden aprovechó la guerra en Europa para lanzar el primer gancho a su rival republicano, Donald Trump. Sin nombrarlo, el mandatario demócrata lamentó las recientes declaraciones de Trump invitando a Moscú a hacer lo que quiera con los aliados de la OTAN que no contribuyan al presupuesto de la Alianza. Biden le comparó, para mal, con un predecesor y correligionario suyo: “No hace tanto que un presidente republicano, Ronald Reagan, clamó: ‘Señor Gorbachov, derribe este muro’. Ahora, un expresidente estadounidense, inclinándose ante un líder ruso, dijo ‘haga lo que le dé la gana’. Es escandaloso, es peligroso e inaceptable”.
Dirigiéndose a los congresistas, pidió: “Debemos plantar cara a Putin. Envíenme la Ley Bipartidista de Seguridad Nacional [aprobada por el Senado, bloqueada en la Cámara por los republicanos]. La historia está mirando. Si EE UU se aleja ahora, pondrá a Ucrania en riesgo. A Europa en riesgo, al mundo libre en peligro, envalentonando a quienes quieren hacernos daño”. También tuvo un mensaje directo para su homólogo ruso: “No nos iremos, no nos doblegaremos, yo no me doblegaré. La historia nos observa, como nos observó hace tres años, el 6 de enero”, el día que una horda de seguidores de Trump asaltó el Capitolio. La equivalencia entre libertad y democracia, entre EE UU y el mundo, recorrió su mensaje. Sin hacer una excesiva profesión de fe atlantista, Biden recordó y celebró la incorporación a la OTAN de Finlandia el año pasado y de Suecia hoy mismo.
Tras el grueso del discurso, dedicado a cuestiones domésticas, Biden cerró con Oriente Próximo y la rivalidad con China. El primer asunto era el más esperado, tras haberse conocido este mismo jueves que EE UU establecerá un punto de ayuda humanitaria en el litoral de Gaza. Pero sus palabras sobre la guerra entre Israel y Hamás se hicieron especialmente de rogar, tal vez por ser las más esperadas.
La presión sobre la Casa Blanca de votantes demócratas que rechazan el apoyo a Israel es cada vez más acuciante, como han demostrado las primarias de Míchigan y Minnesota, entre otras, por lo que Biden aprovechó la sesión para anunciar, oficialmente, el plan por el que Ejército estadounidense ayudará a establecer un puerto temporal en la costa de la Franja. Porque no son sólo los votantes demócratas los que le presionan, también muchos legisladores del partido.
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