Saltanat Nukenov, durante una discusión con su marido el pasado mes de noviembre, comenzó a quitarse todas las joyas que le había regalado y las arrojó al inodoro. Minutos después, estaba muerta. El único sospechoso, su esposo, no es un kazajo más. El ex ministro de Economía de Kazajstán, Kuandyk Bishimbayev, está acusado de matarla durante una discusión en un restaurante.
En su descargo, él ofrece un relato inverosímil: dice que arreglaron las cosas, aunque admite que discutieron fuertemente durante varias horas en un reservado VIP del restaurante. Saltanat, según su versión, se golpeó la cabeza con el suelo de baldosas del baño y también “se golpeó las rodillas” contra las paredes. Luego, según dice Bishimbayev, se acostó y se quedó dormida. En realidad, ya era un cadáver. Dice que no se dio cuenta hasta el día siguiente, cuando intentó despertarla varias veces. Sólo ocho horas después notó que no tenía pulso y que tenía el cuerpo frío.
Bishimbayev y Nukenova se conocieron en agosto de 2022 y en diciembre, según la fiscalía, “se casaron”, pero no registraron oficialmente el matrimonio. Según amigas de la víctima, ella tenía heridas en su cuerpo con frecuencia, imposibles de tapar. Cuando le preguntaron, Saltanat admitió varias veces que se había peleado con su marido. La relación era tan complicada que una vez incluso se fue a casa con sus padres, pero Bishimbayev le aseguró que todo cambiaría. El político le pidió perdón y ella regresó.
Bishimbayev fue detenido en noviembre de 2023. Su juicio comenzó el mes pasado. El político se declara inocente de asesinato premeditado, pero los investigadores han trazado un relato detallado de lo sucedido. Bishimbayev la golpeó y estranguló durante una discusión. La crueldad del ataque ha estremecido a los kazajos. Enfurecido, asestó a Saltanat una “serie de golpes aplastantes” en la cabeza con los puños. Fue al intentar escapar cuando Saltanat se refugió en una de las cabinas VIP del restaurante, pero Bishimbayev derribó la puerta y volvió a golpearla. Ella cayó al suelo, tras lo cual él comenzó a patearla.
Consciente de lo que había hecho, pidió al dueño del restaurante —que resulta ser un familiar— que eliminase las grabaciones de las cámaras de vigilancia y se llevara el teléfono de su esposa a casa. El objetivo era tener una coartada. Ahora Bishimbayev se enfrenta a cadena perpetua.
Todo ocurrió la noche del 8 de noviembre. La discusión empezó porque su esposa quería que le acompañara a un concierto, pero él no quiso acudir. La fiscalía habla de muerte por asfixia. “Bishimbaev agarró a Nukenova por el cuello y comenzó a estrangularla, provocando que ésta perdiera el conocimiento y muriera en el acto”, escribe ‘Zakon.kz’, que ha entrevistado al fiscal del estado sobre este caso. Pero el examen forense demostró que la causa de la muerte de Saltanat fue una lesión craneoencefálica.
Bishimbayev era “obsesivamente celoso”, controlaba todas las llamadas telefónicas de su esposa, le prohibía trabajar y “usaba sistemáticamente violencia física contra ella”, aseguraron fuentes de la fiscalía a medios locales.
Hacia las diez de la mañana del día siguiente Bishimbayev se despertó. Saltanat, según él, yacía a su lado, pero no pudo despertarla y ponerla de nuevo en el sofá, y luego se quedó dormido, sin plantearse pedir ayuda. Se despertó alrededor de la una de la tarde y volvió a intentar despertar a su esposa, pero fue en vano. En Kazajistán es el juicio del año, y la coartada de este crimen machista supone una vergüenza para la mimada clase política.
Agencia.
