El Gobierno de México ha presentado una Ley de Ingresos (LIF) para 2026 que marca un hito histórico, al considerar una cifra de 10.2 billones de pesos. Este monto representa un incremento de 5.9% por encima de la inflación esperada para ese año, siendo la cifra más alta desde que se tienen registros.
La Ley de Ingresos se presenta en un contexto de desaceleración económica e incertidumbre, tanto a nivel nacional como global, situación que ha dejado al país en un estado de estancamiento cercano a la recesión.
Originalmente, se anticipaban ajustes fiscales más estrictos, en la línea de la consolidación fiscal que se había iniciado, buscando moderar el volumen de la deuda acumulada de la administración anterior. La reducción real de 1.5% en los ingresos durante el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum apuntaba a un par de años de contención para evitar que la deuda limitara los programas de gasto comprometidos.
Sin embargo, a juzgar por los números de la nueva LIF, esta intención de mantener la rigidez fiscal parece no haberse concretado. La cifra récord de ingresos, que incluye una parte significativa proveniente del financiamiento (deuda), sugiere que el gobierno ha optado por un programa de gasto más amplio, a pesar de los riesgos que un aumento del endeudamiento representa para las finanzas públicas en un entorno de bajo crecimiento. La necesidad de inyectar recursos para contrarrestar el estancamiento económico y cumplir con los compromisos de gasto ha superado la voluntad de mantener la tesitura de consolidación fiscal.

