“¡No te duermas! ¡No cierres los ojos!”, decía uno de los migrantes accidentado en Chiapas a su compañero malherido. Minutos antes, el camión en que viajaban, hacinados y temerosos, volcó en una carretera del sur de México con saldo de 55 muertos y decenas de heridos.
Esa escena es lo primero que vio y escuchó Sabina López, una de muchas vecinas de El Refugio -un barrio popular aledaño a la autopista- que corrieron tras escuchar el estruendo del tráiler que trasladaba clandestinamente a un centenar de migrantes indocumentados, en su mayoría centroamericanos.
El panorama que halló la mujer fue desolador: decenas gritando de dolor, muchos atrapados en la caja destrozada del vehículo, otros inconscientes y algunos ilesos, pero abrazándose, aterrados e incrédulos.
Poco después, la Fiscalía confirmaba la magnitud del horror: 55 de ellos murieron en la colisión y otros tantos resultaron heridos.
Ese reporte no precisó la nacionalidad de las víctimas, pero autoridades regionales refirieron que en su mayoría son guatemaltecos.
Muertos regados en la autopista
El fuerte sonido del choque alertó que algo grave había pasado y una vez en la carretera la sospecha quedó confirmada.
López explica que el tráiler se estrelló contra el muro de un puente peatonal y se volcó con tal violencia que la caja se partió por la mitad y el techo se desprendió.
Ellos mismos asumieron el papel de rescatistas. Bajaron a los migrantes de la caja como pudieron. A los fallecidos los depositaron en hilera sobre el asfalto y luego los cubrieron con sábanas blancas.
Excélsior