Alemania atraviesa un momento de creciente polarización y crispación política, poniendo fin a su tradicional imagen de estabilidad. En las últimas semanas, el país ha experimentado un aumento en los ataques a figuras políticas y un incremento en la violencia y amenazas, con la ultraderecha ganando terreno en varias regiones.
Recientemente, un eurodiputado socialdemócrata fue atacado violentamente, lo que refleja un clima de inseguridad política que afecta no solo a los partidos de izquierda, sino también a la democracia en general. La popularidad de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) sigue en ascenso, mientras que otras formaciones extremistas también están aprovechando el descontento generalizado con la política tradicional.
Los temas que dividen a la sociedad alemana incluyen la inmigración, las restricciones por la pandemia y el apoyo a Ucrania, lo que ha generado una creciente radicalización del debate público. La política alemana, que históricamente ha sido un ejemplo de consenso, ahora enfrenta retos complejos, y muchos votantes de centro lamentan la falta de opciones moderadas en el panorama electoral.
En Berlín, el distrito multicultural de Pankow ha sido escenario de violencia y reclutamiento por parte de grupos neonazis, que han llevado su propaganda a las calles, poniendo en evidencia los riesgos de la radicalización política. Esta situación se suma a un panorama político cada vez más fragmentado, donde la extrema derecha aprovecha los vacíos dejados por los partidos tradicionales.
Este clima de polarización no solo afecta a los políticos, sino que está marcando un cambio en la sociedad alemana, amenazando con redefinir su futuro político y social.