Las autoridades chinas ordenaron el confinamiento de 1,7 millones de personas en la provincia de Anhui (este del país), donde se reportaron este lunes casi 300 nuevos casos de COVID-19, la mayoría de ellos asintomáticos.
China es la última gran economía que mantiene una estricta estrategia sanitaria frente al coronavirus, basada en cuarentenas y pruebas obligatorias.
La severa política de “tolerancia cero” del régimen de Xi Jinping continúa luego de haber superado en los últimos tres meses una oleada de rebrotes atribuida a la variante ómicron que ha provocado cifras récord de contagios no vistas desde el inicio de la pandemia en la primera mitad de 2020.
El actual rebrote en Anhui, donde las autoridades detectaron cientos de casos la semana pasada, se produce cuando la economía china empieza a recuperarse de un cierre de meses en Shanghái y de duras restricciones en la capital, Beijing.
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Dos condados de la provincia -Sixian y Lingbi- anunciaron el confinamiento de más de 1,7 millones de personas, a las que sólo se les permite salir de sus casas para someterse a pruebas.
Imágenes de la cadena estatal CCTV mostraron las calles vacías de Sixian durante el fin de semana y a la gente haciendo cola para la sexta ronda de pruebas masivas en los últimos días.
La provincia informó este lunes de 287 nuevos contagios, entre ellos 258 personas que no presentaban síntomas, según la Comisión Nacional de Salud de China, lo que eleva el total de casos detectados a algo más de 1.000.
La vecina provincia de Jiangsu también informó el lunes de 56 nuevas infecciones en cuatro ciudades.
El número total de contagiados activos en la China continental asciende a 532, ninguno de los cuales se encuentra grave.
Agencias