Agencia Reforma
A un mes del incendio que destruyó las agujas, el techo y otras partes de la catedral de Notre Dame, el presidente de la Fundación del Patrimonio, Guillaume Poitrinal, anunció el cierre de la campaña de recaudación, tras recibir 218 millones de euros en 224 mil 600 donaciones.
Los excedentes de las donaciones recaudadas serán utilizadas para restaurar otros edificios históricos franceses que están a punto de derrumbarse, informó.
“Hay que ser razonable, hay que saber cuándo parar”, dijo, y saludó esta movilización “histórica” por Notre Dame, para lograr una recaudación que según él, debería sumar 900 millones. “Hay muchos donantes pequeños y deben ser atendidos primero”, abogó.
El presidente de la fundación hizo un llamado para aprovechar el “mensaje detrás de la tragedia de Notre-Dame” y la “toma de conciencia de que el patrimonio en general está mal cuidado y es frágil”, con el fin de ponerlo a salvo.
La Fundación del Patrimonio, una de las cuatro instituciones seleccionadas para la recaudación de fondos, lanzó una nueva campaña para la restauración de 2 mil 800 sitios amenazados en toda Francia, por lo que fue titulada “¡Nunca más!”.
Los guías, de duelo
La “familia” de Notre Dame, como se conoce a quienes trabajan o son voluntarios en ella, sigue de duelo.
Sus 67 empleados están en paro técnico mientras finaliza la evaluación de daños y se decide si la labor espiritual del edificio continúa en una carpa provisional en la plaza.
Pero el mayor grupo es el no retribuido, compuesto por un centenar de voluntarios de la asociación francesa CASA (Comunidad de Acogida en Sitios Artísticos), responsable de la formación de guías en diversos monumentos religiosos de toda Francia y concretamente en Notre Dame.
Hasta 2014 estos guías eran los únicos con potestad para hacer visitas de la catedral en nueve lenguas. La propina de los numerosos turistas mantenía en pie la agrupación y facilitaba que otros templos cristianos como Saint-Victor de Marsella o Sainte-Marie-Madeleine de Vézelay puedan también acoger visitantes.
En lo que duran los trabajos, esperan poder ampliar su visita a la fachada y alrededores; también a otras iglesias de París y hacer conferencias en las que seguir transmitiendo la historia de Notre Dame.
Esta nueva fase está irremediablemente plagada de miedos y esperanzas.