El gobierno francés del conservador Michel Barnier cayó este miércoles en una moción de censura que reunió 331 votos procedentes de la izquierda y la extrema derecha (bastaba con 288), tres meses después de su nombramiento para el cargo.
El ex negociador de la Unión Europea para el Brexit, que contaba solo con el apoyo de la derecha tradicional, macronistas y centristas, muy lejos de la mayoría absoluta, deberá ahora presentar la dimisión al presidente, Emmanuel Macron, y se convertirá en el más breve jefe del Ejecutivo desde la Segunda Guerra Mundial.
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Hasta el último momento Barnier trató de obtener apoyos para mantenerse en el cargo, pero la extrema derecha de Marine Le Pen le dio la espalda sobre los presupuestos y los socialistas no escucharon sus llamamientos a la responsabilidad.
Aunque la censura no afecta al presidente Emmanuel Macron, cuyo mandato termina en 2027, lo debilita mucho más, máxime cuando decidió en septiembre nombrar a Barnier como primer ministro en nombre de la “estabilidad”.
“Hoy votamos la censura de su gobierno, pero sobre todo marcamos el fin de un mandato: el del presidente”, estimó el diputado Éric Coquerel, al defender la moción de censura de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP).
“Fue un honor dirigir a Francia con dignidad”:
Sin pedir directamente su dimisión, la líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, llamó a Macron, con quien se disputó la presidencia en 2017 y 2022, a pensar si puede continuar en el cargo.
“Corresponde a su conciencia decidir si puede sacrificar la acción pública y el destino de Francia a su orgullo. Corresponde a su razón decidir si puede ignorar la evidencia de un repudio popular masivo”, subrayó.
El martes, el presidente, de visita en Arabia Saudita, calificó de “política ficción” una eventual dimisión antes de 2027, cuando termina su segundo mandato. El mandatario de 46 años ya no puede optar a la reelección.
Le Pen aparece en posición de fuerza en los sondeos para alcanzar la Presidencia, pero la justicia podría frustrar su sueño si el 31 de marzo decide inhabilitarla durante 5 años, como pide la fiscalía en un caso de malversación de fondos europeos.
“Esta es la realidad, ella se queda aunque yo no”:
El éxito de la moción de censura convirtió al gobierno de Barnier en el más breve de la Quinta República francesa, iniciada en 1958, y en el segundo en caer, tras el de Georges Pompidou en 1962 cuando Charles de Gaulle era presidente.
Pese a negarse inicialmente a apoyar una moción de censura, Le Pen dejó caer finalmente a Barnier. El motivo fue que este se negó a renunciar al retraso de enero a julio de la revalorización de las pensiones en su proyecto de presupuestos para 2025, tras varias concesiones.
Con un presupuesto centrado en reducir el gasto público y aumentar temporalmente los impuestos para grandes empresas, el gobierno buscaba reducir el déficit (proyectado en 6.1 por ciento del PIB en 2024) y la deuda pública (112 por ciento del PIB a fines de junio).
“Esta moción de censura agrava todo y lo vuelve más difícil”, advirtió Barnier al término del debate, quien había apelado a la “responsabilidad” en un momento económico tenso con la prima de riesgo de la deuda francesa en niveles similares a la de Grecia.
El clima social también es tenso. El jueves está prevista una huelga de funcionarios públicos, mientras continúa la movilización de los agricultores, especialmente contra un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.
La inestabilidad en Francia y la crisis de gobierno en Alemania, que condujo a adelantar las elecciones legislativas al 23 de febrero, podrían lastrar además a la Unión Europea, cuando Donald Trump se dispone a regresar al poder en Estados Unidos.
¿Quién será el sucesor?
Sin poder convocar nuevos comicios legislativos hasta julio, el presidente parece dispuesto a nombrar a un nuevo primer ministro “rápidamente”, incluso antes de las ceremonias de reapertura de Notre Dame previstas el fin de semana, según sus interlocutores.
Pero “todavía no hay nada decidido”, apuntó el entorno de Macron, a quien le tomó dos meses nombrar a Barnier y gracias a que el partido conservador Los Republicanos (LR) abandonó la oposición para gobernar junto a su alianza centrista, en el poder desde 2017.
En una Asamblea Nacional sin mayorías claras y dividida desde julio en tres bloques irreconciliables: izquierda, centroderecha y extrema derecha, el juego parece ahora más abierto.
Socialistas y ecologistas, miembros del NFP, abrieron la puerta a acuerdos con la alianza de Macron, pero el ex primer ministro centroderechista Gabriel Attal llamó a los primeros a “liberarse” primero de su partido aliado de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI).
Agencias.