Esta semana se informó del primer caso en México de una persona diagnosticada con “hongo negro” y quien se recuperaba de COVID-19.
A pesar del gran número de pacientes con hongo negro registrados en la India, este padecimiento no suele ser frecuente. Sin embargo, es importante tomar en cuenta sus síntomas, cómo se contagia, los padecimientos, tratamientos y personas que pueden ser más propensas a contraerla.
El hongo negro (mucormicosis por su término científico) es una enfermedad en la que un hongo produce un tipo de moho para atacar a las pequeñas arterias y venas de los tejidos, interrumpiendo así el flujo de la sangre y derivando en la necrosis, que es la muerte del tejido; esta última etapa ocurre sólo en casos severos.
Los principales síntomas suelen ser congestión y sangrado nasal. También se puede presentar hinchazón y dolor en el ojo, párpados caídos y visión borrosa.
Lamentablemente, los pacientes suelen acudir a consulta médica en etapas muy avanzadas, cuando la visión ya fue prácticamente afectada, por lo que opción más viable es la extirpación del ojo para evitar que la infección llegue al cerebro.
Este cuadro de infección puede diagnosticarse previamente con técnicas convencionales en laboratorios de microbiología con tinciones para hongos y cultivos.
Si se detecta en casos severos, el tratamiento inicial es la remoción de los tejidos afectados con cirugía. Después, se debe suministrar diariamente un fármaco contra los hongos llamado anfotericina B – y hasta ahora el único eficaz contra la infección- de forma intravenosa para controlar la enfermedad; éste también se suministra en casos moderados o leves.
Agencias