ROMA.- Varias ciudades italianas, entre ellas Milán y Turín, vivieron anoche escenas de violencia durante las protestas contra el cierre de algunas actividades y de los bares y restaurantes, decretado por el Gobierno de Giuseppe Conte para frenar los contagios por coronavirus.
Los disturbios concluyeron con 28 personas detenidas en Milán, donde grupos de manifestantes lanzaron piedras, petardos y bengalas contra la policía y también contra la sede de la región de Lombardía.
Lo misma situación se registró en Turín donde encapuchados se enfrentaron a la policía y destruyeron algunos escaparates de comercios y saquearon los locales. Los altercados concluyeron con cerca de una decena de detenidos.
Desde la pasada primavera, tanto la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, como el jefe de policía Franco Gabrielli, temían que explotara la tensión social.
Ahora, tras el nuevo decreto y los disturbios de ayer, acusan a formaciones ultras de infiltrarse en las manifestaciones en las plazas de las ciudades italianas, con lanzamientos de cócteles Molotov y ataques a la policía.
Por ello, desde Interior llevaban días emitiéndose fuertes alertas a las fuerzas de seguridad para que velaran por aquellas manifestaciones que “corren el riesgo de degenerar” por la infiltración de grupos de “choque profesional”.
Hace tres días, en una entrevista en el Corriere della Sera, Lamorgese garantizó que “el Gobierno se compromete a asegurar los recursos adecuados para las familias y empresas más expuestas a esta grave situación económica”.
La ministra aseguró también que la policía “lleva mucho tiempo en alerta para interceptar cualquier signo de malestar y tensiones por las dificultades de todo un tejido económico y social”. Ayer se emitió una nueva directiva del Ministerio del Interior para intentar “separar a quienes protestan legítimamente de quienes aprovechan la oportunidad para crear desorden”.
Agencias