Estados Unidos acusó a Rusia de emprender “una campaña de desinformación” en toda América Latina para “socavar” el apoyo a Ucrania y propagar rechazo hacia el gobierno estadunidense y la OTAN.
Según Washington, la intención de Rusia es “blanquear su propaganda y desinformación a través de los medios locales de manera que parezca consistente para las audiencias latinoamericanas” con el fin de “socavar el apoyo a Ucrania y propagar sentimientos contra Estados Unidos y anti-OTAN”.
La campaña corre a cargo de la Agencia de Diseño Social (SDA), el Instituto para el Desarrollo de Internet y Estructura, que se coordinan para “promover los intereses estratégicos de Rusia” mediante “la captación abierta y encubierta de medios de comunicación locales y de influencers”.
El departamento de Estado las tacha de empresas de “influencia por encargo”.
Estados Unidos da nombres de implicados: Ilya Gambashidze y Andrey Perla, ambos directivos de la SDA, el director general de Structura, Nikolay Tupikin, y el periodista pro-Kremlin Oleg Yasinskiy.
Según el gobierno de Biden proceden así: “organizan” un equipo de redacción “en un país latinoamericano, muy probablemente en Chile”, integrado por periodistas y líderes de opinión de varios Estados y le envían contenido creado en Rusia para que lo revisen, editen y publiquen en los medios de comunicación locales.
Rusia cuenta asimismo con traductores con sede en Moscú que dominan el español y “utilizan a menudo alias para ocultar sus verdaderas identidades y garantizar que la información se blanquee”, sostiene.
Washington asegura que los temas se desarrollan “conjuntamente con el gobierno ruso y bajo su dirección” para “intentar convencer a las audiencias latinoamericanas de que la guerra de Rusia contra Ucrania es justa y de que pueden unirse a Rusia para derrotar al neocolonialismo”.
Además “existen esfuerzos coordinados entre las embajadas rusas en América Latina y los medios de comunicación financiados por el Estado para aumentar los mensajes a favor del Kremlin” y “difundir narrativas antiestadounidenses”, sostiene Washington.
También se intenta, dice, conectar la prensa estatal rusa, los medios de comunicación y radios locales y “las embajadas de terceros países en la región” favorables a Moscú.
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Según la evaluación anual de amenazas mundiales elaborada por las agencias de inteligencia de Estados Unidos, los rusos se esfuerzan por “ocultar cada vez más su mano, blanqueando sus mensajes” a través de “un vasto ecosistema de sitios web proxy rusos”, que permiten conectarse de forma indirecta, e “individuos y organizaciones que parecen fuentes de noticias independientes”.
Según este informe, Moscú disemina “historias originales o amplifica el discurso popular o divisivo preexistente”.
Agencias.