El letargo por la maldición de Haddonfield terminó, sus pobladores han decidido levantarse en armas contra su peor pesadilla desde hace 40 años: Michael Myers.
Desafortunadamente, nadie les dijo que enfrentar los miedos no siempre es buena idea, como lo podemos ver en Halloween Kills: La noche aún no termina, la segunda parte de la trilogía del director David Gordon Green, cuyo estreno llegará este jueves a salas del país.
Después de liberarse de la trampa incendiaria en casa de Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), Michael libera su ira contra la población y, al mismo tiempo, le toca sufrir la ira de la muchedumbre. Una de las peores cazas de brujas ha comenzado, ¿con quién empatizamos? ¿Atormentados o asesino?
Se le preguntó al realizador, quien finalizará su saga el próximo año con Halloween Ends, si es normal sentir empatía en los momentos de mayor sufrimiento de Michael.
“Diría que son unos sicópatas, pero me gusta”, dice vía Zoom. “Al final del día proyectamos nuestra naturaleza y miedo en él, su máscara es la expresión de nuestras emociones. Él es todo lo que queremos que venga: unos no quieren volver a verlo nunca más, otros sienten su dolor y anhelan verlo matar por el resto de los tiempos.
El engendro del maestro del horror John Carpenter no parará hasta obtener su venganza, podrá ser apaleado con bates, cadenas, tubos; le podrán perforar el cuerpo con hojas filosas y plomo; romperle huesos y quemarlo, enumeren todo proceso hiriente y ninguno lo matará.
Su inmortalidad, a raíz de la Maldición de Thorn o cualquier arte oscura que habite en él, es parte del mito de este niño de seis años con la fuerza de un hombre y la mente de un animal.
“Y no me molesta que lo pongan en tela de juicio, toda conversación sobre Michael aporta fantasía y una perspectiva diferente sobre uno de los filmes que más amamos porque, mortal o inmortal, no importa lo que se crea, él generó un propio concepto de miedo y frustración sobre Haddonfield.
La violencia en la secuela de Halloween está presente a todo momento, se verán cadáveres de bomberos esparcidos por el césped, de algunos pobladores que vieron nacer la maldición en 1978 u otras almas que estuvieron en el lugar y la hora incorrecta, etc. Las casi dos horas dan el corte anhelado de Gordon Green sin ninguna censura.
Sin embargo, al salir una carta en internet que pide al estudio remover la masacre al cuerpo de bomberos, uno se pregunta ¿qué clase de carnicería vamos a ver en pantallas? Se le cuestionó si toma en cuenta esta fragilidad de las nuevas generaciones o, de plano, le da totalmente la vuelta a los reclamos.
Agencias