La máquina deportadora de Trump aceleró a máxima potencia: Tom Homan, el “zar fronterizo”, anunció hoy un aumento “considerable” de equipos del ICE destinados a redadas masivas en territorio estadounidense. Desde los jardines de la Casa Blanca, el arquitecto de la política migratoria reveló que “prevemos un rápido aumento en arrestos” para cumplir la promesa de deportaciones masivas hecha por Trump y su secretaria de Seguridad Nacional, Kristin Noem. Esta ofensiva sin precedentes —que ya incluyó operativos relámpago en enclaves exclusivos como Martha’s Vineyard— responde a la presión por demostrar mano dura antes de las elecciones, transformando retórica en acción coordinada.

¡Ciudades santuario en la mira! Homan lanzó una advertencia escalofriante: “Inundaremos sus vecindarios con agentes” en una estrategia de guerra psicológica contra jurisdicciones que protegen a migrantes. “Les daremos exactamente lo que no quieren”, desafió el exdirector del ICE, confirmando que los próximos blancos serán núcleos urbanos como Nueva York, Chicago y Los Ángeles. La táctica incluye redadas con equipos encapuchados similares a las ejecutadas esta semana en Massachusetts, donde decenas fueron detenidos sin previo aviso. Este despliegue táctico —calificado como “castigo ejemplar” por activistas— busca desarticular redes de apoyo a indocumentados.

La nueva arma secreta: audiencias judiciales convertidas en trampas. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) implementó un protocolo siniestro: arrestar solicitantes de asilo durante sus citas en cortes migratorias. Bajo este esquema, miles enfrentan deportación exprés sin derecho a apelación, violando principios de debido proceso. Homan justificó la medida como “protección a nuestros equipos”, pero organizaciones documentan detenciones masivas de centroamericanos llegados en los últimos dos años. La estrategia combina fuerza bruta con astucia legal: mientras las redadas generan caos, las capturas en tribunales garantizan cifras récord.

El éxodo silencioso: 8,500 migrantes ya claudican usando la app CBP Home para salidas “voluntarias”, cifra que crecerá con la nueva campaña de terror. Esta huida programada —orquestada mediante presión psicológica y operativos calculados— permite al gobierno de Trump inflar estadísticas sin costos logísticos. Mientras las ciudades santuario se blindan, Homan convierte la frontera en un teatro de guerra donde cada arresto es un mensaje electoral. Para miles de familias, el sueño americano se oscurece; para la Casa Blanca, cada deportación es un voto conquistado.