Italia alcanzó la cifra más alta de muertes por coronavirus en Europa, después de que el sistema de salud volviera a fallar en proteger a los adultos mayores y las autoridades se demoraran en imponer nuevas restricciones.
Se supone que esto no debía suceder. Italia fue el primer país de Occidente azotado por el COVID-19 y después de tener un gran número de fallecimientos durante la primavera logró controlar los contagios.
Después, tuvo el beneficio del tiempo y la experiencia para cuando resurgió el virus durante el otoño, porque luego fue rebasado por España, Francia y Alemania, que registraron nuevos brotes de gran dimensión. Sin embargo, el virus tuvo una amplia y veloz propagación, e Italia ha agregado cerca de 29.000 decesos desde el 1 de septiembre.
“Obviamente se necesita algún tipo de reflexión”, dijo a la televisión estatal Guido Rasi, exdirector ejecutivo de la Agencia Farmacéutica Europea, después que Italia registrara en un solo día un máximo histórico de 993 muertes durante la pandemia. “Esta cifra de casi 1.000 muertos en 24 horas es mucho más alta que la del promedio europeo”.
Pero pese a la realización de test masivos, los casos comenzaron a aumentar nuevamente en otoño, al igual que en otros países, e inevitablemente siguieron las muertes. Desde el 1 de noviembre, Italia registra más de 25.000 muertos (25.418), tantos como entre el 2 de abril y finales de octubre (25.463).
Italia está asumiendo el deshonroso primer lugar en número de fallecimientos en Europa a pesar de tener seis millones de habitantes menos que los 66 millones de Gran Bretaña, situándose atrás de Estados Unidos, Brasil, India y México. Según el conteo de la Universidad Johns Hopkins, Italia tiene la cifra más alta de decesos por coronavirus por cada 100.000 habitantes entre los países más afectados.
Las autoridades de salud pública arguyen que Italia tiene la segunda población de mayor edad en el mundo después de Japón, y los adultos mayores son los más vulnerables ante el coronavirus.
La edad promedio de las víctimas italianas es de alrededor de 80 años. Además, 65% de los italianos fallecidos por COVID-19 tenían tres o más problemas de salud antes de dar positivo, como hipertensión o diabetes, según el Instituto Superior de Salud de Italia.
Italia, dijo, esperó demasiado después que las infecciones comenzaran a aumentar en septiembre y octubre para imponer las restricciones y no reforzó su sistema médico lo suficiente durante la pausa del verano.
Agencias