Al momento de promover la nueva adaptación de La tragedia de Macbeth, del director Joel Coen, cayó una nominación para Denzel Washington como actuación sobresaliente en un actor en un protagónico, en los premios del Sindicato de Actores. Él lo tomó con mucha calma. La mención, durante las entrevistas, sólo fue retribuida con gratitud y solemnidad por parte de la leyenda de 67 años.
No lo sorprendió. Prefirió mencionar a William Shakespeare, Frances McDormand y al realizador como las únicas razones por las cuales aceptó esta puesta fílmica, inspirada en el cine del expresionismo alemán y el texto íntegro del famoso dramaturgo inglés, y la cual podrá verse desde mañana en Apple TV+, y el 28 de enero en la Cineteca Nacional.
Denzel da vida a Macbeth, un hombre obsesionado con hacer valer las profecías de las brujas (Kathryn Hunter) y los deseos de poder de su esposa, Lady Macbeth (McDormand), así que degüella al rey Duncan y asume el trono, al mismo tiempo, es consumido por la ambición, corrupción, tiranía, miedo y paranoia.
El sol sale para todos. Eso quiso decir. Denzel ya había trabajado con una obra de Shakespeare a sus 21 años, Otelo. Conoce los sonetos, la estructura, la intención de retratar a la humanidad detrás de cada texto, las metáforas y los versos. Con Macbeth, llegó a terrenos espirituales.
Cuando el hombre tiene espiritualidad se convierte en religión. Y empiezan los conflictos entre si la de uno es buena y la tuya mala, si uno tiene la razón y el otro no, así que no trato de ver las cosas de forma mezclada.
Hay una línea en la obra que dice: ‘y mi eterna joya’, refiriéndose a su alma, ‘entregada al enemigo en común del hombre’, el diablo, ‘para hacerlos reyes’. Él está consciente de que vendió su alma al demonio con el fin de ser rey. La pregunta que me hice es: ¿por qué las brujas se mostraron específicamente en ese momento de su vida?, ¿está listo? Tiene deseos oscuros, malévolos y esa parte, de ese acto, es de las que más disfruté”, explicó sobre la relevancia de la obra en tiempos modernos.
Alex Hassell, el mensajero del trono, Ross, dijo que los ensayos para ejecutar esta puesta en escena, filmada para la pantalla grande, tomó tres días. Denzel detalló que todos fueron expuestos en sus puntos débiles, y compartieron sus conocimientos para ejecutar poéticamente cada soneto. Los egos, esta ocasión, ayudaron más que complicar el rodaje.
Y de eso se trata Shakespeare: él fue muy perceptivo de las condiciones humanas, deseos, miedos, frivolidades. Los personajes se cuestionan así mismos sus motivaciones, los pasos a seguir para salir de tal asunto, cómo reaccionar de forma valiente.
Agencias