Internacional.- Finalmente, habrá un primer golpe de la UE contra el sector energético de Rusia. Pero por el camino, el bloque comunitario ha dejado al aire los primeros costurones en la unidad de los Veintisiete. El quinto paquete de sanciones, que incluye una prohibición a las importaciones de carbón ruso, recibió el jueves el visto bueno de los embajadores de los socios comunitarios tras dos días de intensos debates.
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La discusión ha sido de carácter eminentemente político, según fuentes diplomáticas, y logra esquivar de momento las reticencias de Hungría a un embargo energético a Rusia. Pero Budapest, una capital en sintonía con el Kremlin, ya ha avisado de que cualquier paso ulterior, que implique cerrar el grifo del petróleo o el gas ruso, será mucho más complicado; incluso una línea roja que no está dispuesta a cruzar. Otros países como Alemania y Austria también han mostrado sus reservas a tocar de golpe y en un plazo inmediato la importación de estos dos combustibles, que suponen el verdadero maná económico para el régimen de Vladímir Putin.
La negociación también se ha dilatado debido a componentes técnicos y de ajuste fino de unas medidas para cuya revisión las 27 capitales apenas han tenido tiempo, añaden fuentes diplomáticas. Pero el lento proceso muestra cómo comienzan a abrirse grietas en la unidad de la UE a medida que el bloque comunitario aumenta la pegada de las sanciones: a mayor profundidad en las represalias, más se pincha en hueso y se dividen los Veintisiete. “Cuanto más tiempo pase, más complicado va a ser”, advierte una alta fuente comunitaria sobre lo que se avecina.
El problema en este quinto paquete no ha sido tanto dar el visto bueno al embargo al carbón, por valor de unos 4.000 millones de euros, y casi testimonial en Hungría. El verdadero conflicto ha estado en que un primer corte del grifo energético ruso supone adentrarse en territorio ignoto y abre un debate muy incómodo para algunos países altamente dependientes del combustible ruso, como Hungría, Austria y Alemania. Los siguientes pasos podrían estar a la vuelta de la esquina, dependiendo de cómo evolucione la guerra en Ucrania: “El petróleo ya está sobre la mesa, y eso es lo que provoca los roces”, dice una fuente diplomática.
Hace solo una semana, el embargo al carbón ruso no estaba ni siquiera incluido en el borrador del quinto paquete de medidas. Pero las escalofriantes atrocidades descubiertas el fin de semana en Bucha y otras ciudades de las afueras de Kiev, cometidas supuestamente por militares rusos, obligaron a la Comisión Europea a armar de urgencia una propuesta más contundente.
En Bruselas son conscientes de que en cualquier momento puede suceder un hecho que desencadene este mismo proceso con el petróleo, que supone la mayor partida de las importaciones energéticas de Rusia por parte de la UE: suma 42.000 millones de euros anuales, 10 veces más que el carbón, según cifras del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), y por encima incluso del gas, que alcanza un valor de 28.400 millones, pero del que la UE es, sin embargo, más dependiente.
Alemania, el motor económico e industrial de la UE, encabeza el consumo de combustibles rusos: sus importaciones de gas por gasoducto suman un 55% del total de los Veintisiete; y las de petróleo alcanzan el 22% del conjunto, según CREA. Berlín defiende que podría lograr una sustitución gradual del petróleo ruso de aquí a final de año; pero ve complicado cortar el gas antes de 2024.
“Bueno, el petróleo no está en el quinto paquete de sanciones que se están discutiendo hoy; solo está el carbón, pero creo que se discutirá el lunes en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores. Y, tarde o temprano, espero que pronto, suceda”, expresó el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, antes de adentrarse en la reunión de ministros de Exteriores de la OTAN que se celebró el jueves en Bruselas.
Colaboración de elreporter.mx