El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, se ha convertido en una de las figuras más cercanas e importantes en el segundo mandato de Donald Trump, a pesar de su intensa rivalidad durante las elecciones de 2016. Rubio, descrito como un “operador de trinchera”, ha tomado un rol esencial en la política exterior, especialmente en América Latina.
Política de Mano Dura en la Región
Hijo de exiliados cubanos, Rubio ha hecho del anticastrismo y anticomunismo su identidad política. Ha liderado una postura firme contra Venezuela y Nicaragua, promoviendo sanciones y apoyando a la oposición. Recientemente, calificó a Nicolás Maduro de “narcoterrorista” y señaló que el ataque a una lancha en Venezuela estaba vinculado a una organización de este tipo.
Relación con México: Cooperación frente a Cárteles
Respecto a México, Rubio mantiene una postura más matizada que otros políticos estadounidenses. Aunque ha criticado la falta de cooperación de gobiernos anteriores, no ha apoyado públicamente la designación de los cárteles como terroristas, al considerar que es una herramienta imperfecta. En su lugar, ha abogado por una colaboración más estrecha entre ambos países, argumentando que los cárteles representan una amenaza para la soberanía y el bienestar del pueblo mexicano. Sin embargo, su posición fue superada en febrero, cuando Trump designó a seis cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras.
De “Little Marco” a Confidente Presidencial
La relación de Rubio con Trump es un claro ejemplo de pragmatismo político. Ambos tuvieron una contienda presidencial de 2016 muy hostil, llena de insultos personales. Trump se burló de Rubio con el apodo de “Little Marco” y este le devolvió la burla haciendo comentarios de doble sentido sobre el tamaño de sus manos. A pesar de esa historia, Rubio supo alinearse con Trump, convirtiéndose en su mano derecha y un puente clave con el electorado hispano conservador de Florida.
Su lealtad y su capacidad para asumir múltiples roles —actualmente tiene cuatro— lo han convertido en una pieza fundamental del gabinete y un potencial sucesor en el Partido Republicano.