MIAMI.- Suenan disparos en un aula de una escuela de Miami. Dentro, una decena de alumno con la ropa manchada de rojo gritan desesperados.
Un agente avanza por el pasillo, se oyen más tiros y un joven cae derribado. Esta escena sólo es un simulacro de la policía.
Los cartuchos eran de salva y la sangre, falsa, al igual que los gritos, las heridas de los cuatro adolescentes evacuados, los fusiles de asalto y las pistolas de los 100 policías que participaron.
El objetivo es preparar a la policía y los servicios de emergencia para afrontar masacres escolares como la que causó en mayo 21 muertos —19 niños y dos profesoras— en una primaria de la ciudad texana de Uvalde.
La respuesta policial a ese tiroteo indignó a Estados Unidos, sobre todo tras la publicación de videos de cámaras de vigilancia de la escuela en los que se veía a numerosos agentes esperando en los pasillos sin intervenir.
En Uvalde pasaron 73 minutos entre la llegada de los primeros policías y la muerte del tirador, un plazo “inaceptable” para un operativo en el que participaron 376 agentes, según un informe del Congreso texano.
Agencia.