Los delegados e invitados a la Convención Nacional Demócrata se encontrarán con una imagen familiar para los habitantes de Chicago, pero sorprendente para la gente del exterior: grupos de migrantes de Centroamérica y Sudamérica a lo largo y ancho de la ciudad.
A dos años de que una oleada de migrantes comenzó a llegar a la frontera sur de Estados Unidos, la crisis sigue visible en las calles de la urbe de mayor población de Illinois, con personas sin estatus legal que huyeron de sus países congregándose en parques, cerca de pasos elevados de autopistas y en el Loop, donde mujeres y niños en las banquetas venden dulces o piden dinero con carteles de cartón.
Las familias que escaparon de la corrupción política, la violencia y la pobreza en Venezuela y otras naciones se han convertido en una presencia omnipresente en muchos de los barrios de Chicago, especialmente en el centro de la ciudad, cerca del lugar principal de la convención demócrata, el United Center.
La Administración del Alcalde de Chicago, Brandon Johnson, aseguró que no obligará a los migrantes a que dejen las calles durante la cita para la nominación de la Vicepresidenta Kamala Harris.
Desde finales de 2022, más de 46 mil migrantes han llegado en masa a Chicago, la mayoría en autobuses rentados por funcionarios de Texas y otros estados republicanos del sur.
Para expertos, la imagen de migrantes irregulares puede recordarles a los invitados a la convención una posible responsabilidad (los cruces ilegales durante la Administración de Joe Biden) de cara a las elecciones presidenciales de noviembre.
En el centro de la ciudad, los migrantes no duermen en las banquetas, apuntaron las autoridades, y algunos se alojan en hoteles que se han convertido en refugios. Un gran número vive en departamentos que obtuvieron con ayuda del Gobierno, y van todos los días al centro para vender dulces y ganar dinero.
Muy pocos tienen conocimientos de inglés o autorización oficial de trabajo, lo que los deja en un limbo de venta ambulante ilegal que a menudo es ignorado por los agentes de la Policía.
Hace menos de un año, la crisis migratoria era especialmente aguda: las familias dormían en el suelo de los aeropuertos y comisarías, así como en las banquetas.
Desde entonces, los funcionarios municipales y estatales han trabajado para proporcionarles techo.
A principios de este año, cerca de 15 mil migrantes se alojaban en refugios; esa cifra ahora está por debajo de los 6 mil. La orden ejecutiva de Biden instaurada en junio que limita el número de solicitantes de asilo en la frontera de Estados Unidos ha reducido drásticamente el número de recién llegados.
Agencias.