Agencias

TEHERÁN.- Cuando el equipo nacional de fútbol de Irán salga al campo el jueves para un clasificatorio de la Copa Mundial, por lo demás monótono, habrá un gran interés no en la acción en el campo sino en quienes estarán en las gradas.

Por primera vez en casi cuatro décadas, a las mujeres se les permitirá comprar boletos y asistir a los partidos.

El juego del jueves entre Irán y Camboya generalmente es de poco interés, tal como otro desajuste entre un peso pesado regional y un equipo de clasificación temprana para la Copa Mundial del 2022.

Pero el partido en Teherán es uno de los partidos deportivos más importantes que se jugarán en años, ya que las mujeres estarán observando desde los asientos dentro del estadio Azadi, poniendo fin a una prohibición que ha enfrentado por años una amarga oposición. El regreso de las mujeres a los estadios de futbol ocurrirá a solo un mes después de que una fanática del deporte muriera tras prenderse fuego en protesta por haber sido sentenciada a seis meses en prisión por asistir a un juego de clubes este año.

La prohibición en sí data de 1981; fue introducida por conservadores de línea dura, y desde entonces les ha negado a las mujeres el acceso a los estadios. En los últimos años, se ha extendido al voleibol y al baloncesto a medida que la popularidad de estos deportes va en aumento.

Las mujeres y niñas iraníes han tratado de revocar, o evadir, la prohibición organizando protestas semanales o disfrazándose de hombres para entrar en los estadios. Si bien los funcionarios del gobierno y del fútbol no parecían estar dispuestos a dar su brazo a torcer, el activismo gradualmente llamó la atención de grupos de derechos internacionales y del público iraní. También fue el tema de una película del 2006, titulada “Offside”, del famoso director iraní Jafar Panahi.