El 2 de diciembre de 2010 se anunció a Qatar como sede para el Mundial 2022. En aquel entonces, la Copa del Mundo lucía lejana, con dos ediciones por disputar previamente y el país de Medio Oriente sonaba como una peculiar tierra para albergar la justa.
Con el pasar de los años, lo que parecía una interesante aventura, se fue convirtiendo en una presión para la FIFA. Grupos de defensa de derechos humanos mostraron su inconformidad hacia la sede, por su trato a los trabajadores extranjeros, la comunidad LGBTQ+ y las mujeres.
Qatar, además de caracterizarse por ser un país rico —debido a la zona petrolera que lo rodea—, es conocido por sus rígidas reglas. La homosexualidad y libertad para las mujeres siguen siendo temas tabúes y ahora se han confirmado sus retrógradas costumbres.
La edición 2022 no sólo pasará a la historia por ser la primera justa en un país de Medio Oriente, también quedará marcada con manchas imborrables. Es el Mundial de las protestas, debido a las manifestaciones que han protagonizado varias selecciones.
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