Kiev, Ucrania.- Miles de hombres ucranianos en edad militar han optado desde el inicio de la invasión rusa abandonar su país, violando la ley que los obliga alistarse en el Ejército y sufrir el acoso de la gran mayoría que se quedó a luchar.
Vova Klever, un joven y exitoso fotógrafo de moda de Kiev, es uno de esos hombres que no se veía a sí mismo en esta guerra.
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“La violencia no es mi arma”, dijo.
Poco después de que Rusia invadió Ucrania a fines de febrero, Klever escapó violando la ley ucraniana.
El error del joven fue escribirle a un amigo sobre salir de contrabando y llegar a Londres.
El amigo traicionó su confianza y publicó su conversación en redes sociales. La publicación se volvió viral y los ucranianos de todo Internet explotaron de ira y resentimiento.
“Eres un muerto viviente”, decía un mensaje de Twitter.
“Te voy a encontrar en cualquier rincón del mundo”.
La noción de las personas sobre los hombres que abandonan la Ucrania devastada por la guerra para vivir una vida segura y cómoda en el extranjero ha provocado un dilema moral entre los ucranianos.
Las redes de contrabando en Moldavia, y posiblemente otros países europeos, han hecho un buen negocio de la situación.
Algunas personas han pagado hasta 15 mil dólares por un viaje nocturno secreto fuera de Ucrania, señalaron funcionarios moldavos.
Los desertores son la gran excepción. Eso lo hace aún más complicado, de manera moral y social, para los que huyen.
La sociedad ucraniana se ha movilizado con el fin de combatir contra un enemigo mucho más grande, e innumerables ucranianos sin experiencia militar se han ofrecido como voluntarios para luchar.
Para maximizar sus fuerzas, el Gobierno ucraniano ha tomado la medida extrema de prohibir la salida de la mayoría de los hombres de entre 18 y 60 años.
Todo esto ha obligado a los hombres ucranianos que no quieren servir en el Ejército a tomar rutas ilegales hacia Hungría, Moldavia, Polonia y otros países vecinos.
Pero incluso entre los que estaban convencidos de que habían huido por razones correctas, algunos dijeron que se sentían culpables y avergonzados.
“No creo que pueda ser un buen soldado ahora mismo en esta guerra”, externó un programador de computadoras ucraniano llamado Volodymyr, quien se fue poco después de que comenzara la guerra.
“Mírame. Uso lentes. Tengo 46 años. No parezco un luchador clásico, un Rambo que puede luchar contra las tropas rusas”.
Los políticos ucranianos han amenazado con encarcelar a los desertores y confiscar sus hogares. Pero dentro de la sociedad ucraniana, los sentimientos están más divididos.
La gran mayoría de los refugiados son mujeres y niños, que se han enfrentado a pocas reacciones violentas.
Pero ese no es el caso de los hombres jóvenes. A medida que las ciudades continúan siendo golpeadas por las bombas rusas, muchos ucranianos se han mostrado implacables con los desertores del reclutamiento.
Esto es lo que estalló en el joven fotógrafo.
A algunos ucranianos les molestó que usara su riqueza para salir y lo llamaron “tramposo”.
Respondiendo a las preguntas enviadas por correo electrónico, Klever no negó haberse saltado su servicio y dijo que tenía mala vista y que “había pasado por muchas cosas últimamente”.
“Ni siquiera puedes imaginar el odio”, dijo.
Klever dio versiones contradictorias de cómo salió exactamente del país y se negó a dar detalles.
Para muchos hombres ucranianos, Moldavia se ha convertido en la trampilla favorita.
Moldavia comparte una frontera de casi mil 300 kilómetros con el oeste de Ucrania. Y a diferencia de Hungría, Polonia, Rumania y Eslovaquia, Moldavia no es parte de la Unión Europea, lo que significa que tiene muchos menos recursos para controlar sus fronteras.
Es uno de los países más pobres de Europa y ha sido un centro de trata de personas y crimen organizado.
A los pocos días del estallido de la guerra, las bandas moldavas publicaron anuncios en Telegram, ofreciendo servicios para sacar a los desertores del servicio militar obligatorio.
Funcionarios moldavos dijeron que el método típico era que los contrabandistas y los ucranianos seleccionaran un punto de encuentro a lo largo de la “frontera verde”, término utilizado para las áreas fronterizas sin vallas, para reunirse en la noche.
Desde fines de febrero, las autoridades de Moldavia han desmantelado más de 20 redes de contrabando.
A su vez, han aprehendido a mil 091 ucranianos cruzando la frontera ilegalmente. Todos eran hombres.
Una vez atrapados, estos hombres tienen una opción. Si no quieren que los devuelvan, pueden solicitar asilo en Moldavia y no pueden ser deportados.
Pero si no solicitan asilo, pueden ser entregados a las autoridades ucranianas, quienes, dijeron funcionarios moldavos, los han estado presionando para que los envíen de regreso.
La gran mayoría de los que ingresaron ilegalmente solicitaron asilo y menos de 100 fueron devueltos.
Volodymyr Danuliv es uno de ellos. Se niega a luchar en la guerra, aunque no es la perspectiva de morir lo que le preocupa, sino la matanza.
“No puedo dispararle a los rusos”, dijo Danuliv, de 50 años, quien indicó que sus hermanos se habían casado con rusas y que dos de sus sobrinos estaban sirviendo en el Ejército ruso.
“¿Cómo puedo luchar en esta guerra?”, cuestionó.
“Podría matar a mi propia familia”.
Cuando se le preguntó si temía ser condenado al ostracismo o avergonzado, negó con la cabeza.
“Yo no maté a nadie. Eso es lo importante para mí”, añadió.
Agencia Reforma.