El Gobierno de Donald Trump está en las etapas iniciales de preparación para una posible misión que involucraría el envío de tropas de élite estadounidenses a México. Aunque el despliegue “no es inminente” y la decisión final no ha sido tomada, el entrenamiento preliminar para estas operaciones terrestres ya habría comenzado.
Esta posible operación abriría una nueva crisis en la relación bilateral. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha rechazado de manera rotunda cualquier tipo de intervención militar estadounidense en territorio mexicano, reafirmando que “El Ejército de Estados Unidos no va a intervenir en México”. Este rechazo es constante, a pesar de que ambos países firmaron un acuerdo en septiembre para combatir el crimen organizado, donde se destacaba el “respeto a la soberanía”.
Las tropas involucradas provendrían del Mando Conjunto de Operaciones Especiales y la CIA, y operarían bajo la “autoridad de la comunidad de inteligencia” (estatus del Título 50).
Los ataques contemplados tendrían como objetivo principal los laboratorios de droga y se realizarían mediante el uso de drones, lo que requeriría la presencia de operadores de fuerzas especiales en tierra para su uso efectivo y seguro.
El plan surge en medio de una escalada de operaciones estadounidenses en aguas internacionales contra presuntas lanchas de droga, que ya suman 57 muertes y han sido rechazadas por el Gobierno de Sheinbaum.
El expresidente Trump ha presionado repetidamente a Sheinbaum para que acepte una mayor implicación militar estadounidense, y ante su negativa, la ha acusado de “estar muy asustada”. Funcionarios estadounidenses, como el subsecretario de Estado Christopher Landau, han utilizado sucesos como el reciente asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, para insistir en que Estados Unidos está “dispuesto a profundizar la cooperación en materia de seguridad”.

                                    