El papa Francisco exhortó el viernes a las autoridades iraquíes a valorar a sus minorías religiosas y considerarlas un recurso precioso que proteger, no un obstáculo que eliminar, al comenzar la primera visita papal a Irak con un llamado a la tolerancia y la fraternidad.
Francisco le dijo al presidente Barham Salih y a otras autoridades iraquíes reunidas en el palacio de Bagdad, dentro de la fuertemente fortificada Zona Verde, que nadie debe ser considerado un ciudadano de segunda clase. Dijo que los iraquíes de todas las religiones merecen tener los mismos derechos y protecciones que la mayoría musulmana chií.
Sólo si aprendemos a mirar más allá de nuestras diferencias y nos vemos como miembros de la misma familia humana, podremos comenzar un proceso efectivo de reconstrucción y dejar a las generaciones futuras un mundo mejor, más justo y más humano, afirmó.
A pesar de la pandemia del coronavirus y las preocupaciones por su seguridad, Francisco llegó a Irak para tratar de alentar a su número cada vez menor de cristianos, que fueron perseguidos violentamente por el grupo Estado Islámico y que enfrentan una discriminación continua de parte de los musulmanes chiíes.
Francisco le está pidiendo a la reducida minoría cristiana que se quede en el país y que ayude a su reconstrucción tras años de guerra.
El presidente de Irak dijo el viernes que la visita papal es una oportunidad para mejorar las relaciones entre cristianos y musulmanes, y que la decisión del pontífice de seguir adelante con la gira a pesar de la pandemia y los temores de seguridad había duplicado su valor.
En una reunión en el palacio presidencial con Francisco, a la que asistieron otros altos funcionarios iraquíes poco después de la llegada del pontífice, Salih lamentó que Medio Oriente enfrente una crisis de convivencia debido a las tensiones regionales y al extremismo. Hizo hincapié en la importancia de la coexistencia pacífica y la preservación de la comunidad cristiana de Irak de casi 2.000 años de antigüedad.
Dijo que no se puede imaginar Oriente sin cristianos y que su número decreciente tendrá consecuencias nefastas. Expresó su apoyo al establecimiento de una Casa Abraham para el Diálogo Religioso, llamada así por el patriarca compartido del judaísmo, el cristianismo y el islam.
El avión de Francisco aterrizó en el aeropuerto de Bagdad poco antes de las 14:00 horas. Sobre la pista se desplegó una alfombra roja donde el primer ministro, Mustafa al-Kadhimi, esperaba para saludarlo. El papa cojeaba visiblemente en una señal de que su ciática, que le obligó a cancelar varios actos recientemente, podría estar molestándole.
El pontífice usó mascarilla durante todo el vuelo y la mantuvo para bajar las escaleras hasta la pista, donde fue recibido por dos niños, también con cubrebocas, vestidos con trajes tradicionales. Sin embargo, las medidas sanitarias parecían más laxas en el interior del aeropuerto a pensar de la nueva ola de contagios en el país.
El ministro iraquí de Exteriores, Fuad Hussein, describió la visita como un encuentro histórico entre el minarete y las campanas. En la agenda para sus tres días en el país destaca la reunión privada del sábado con el principal clérigo chií del país, el gran ayatolá Ali al-Sistani, una figura reconocida en Irak y más allá.
En Irak, Francisco no busca solo honrar a sus mártires sino ofrecer un mensaje de reconciliación y fraternidad. Los pocos cristianos que siguen en el país albergan una persistente desconfianza hacia sus vecinos musulmanes y enfrentan una discriminación estructural anterior al EI y a la invasión de 2003 liderada por Estados Unidos que sumió al país en el caos.
La visita coincide con un nuevo repunte de los contagios de coronavirus en el país, donde la mayoría de los nuevos casos derivan de una variante altamente contagiosa detectada por primera vez en Gran Bretaña. El papa, de 84 años, la delegación del Vaticano y los reporteros que los acompañan se han vacunado, pero la mayoría de los iraquíes no lo está.
Agencias