Tras haber brillado en los mejores escenarios del futbol mundial, Cristiano Ronaldo deberá comparecer en modestos estadios de Arabia Saudita, contra equipos de menos potencial y con temperaturas siempre altas.
El campeonato de Arabia Saudita, en el que debutará el 22 de enero, es un salto a lo desconocido para la leyenda portuguesa de 37 años, habituado al Santiago Bernabéu, la casa del Real Madrid, o a Old Trafford, el ‘Teatro de los Sueños’ del Manchester United.
Su llegada al país del Golfo supone una operación récord en la historia del futbol: recibirá 200 millones de euro por su contrato de dos años con el Al-Nassr y “otros 200 millones” por ser “embajador” de la candidatura conjunta para organizar el Mundial de 2030 que Arabia espera presentar con Grecia y Egipto, afirmó una fuente informada de las negociaciones, que pidió el anonimato.
Pero el cambio de escenario para el cinco veces Balón de Oro y ganador de la Liga de Campeones en cinco ocasiones será duro. Deberá jugar en recintos modestos, como la cancha del Al Batin, en la que solo caben 6 mil espectadores.
El campeonato nacional, la Saudi Pro League, enfrenta a 16 equipos, desde Dammam, en la costa del Golfo, a Jeddah, en el mar Rojo, pasando por las ciudades de provincia de Majma’ah o Hofuf, en pleno desierto.
Si el Al-Hilal o el Al-Ittihad, los gigantes del futbol saudí, cuentan con estadios para 62 mil espectadores, otros equipos de la Primera División tienen campos para menos de 10 mil personas, a veces rodeados por pistas de atletismo.