En las calles y carreteras, los motociclistas tienen una presencia constante. Pero más allá del casco y la moto, cada uno de ellos es una persona con una historia. Son hijos que esperan regresar a casa, hermanos que comparten alegrías con su familia, padres que trabajan para brindar un mejor futuro a sus hijos. Son seres humanos con sueños, responsabilidades y afectos, igual que tú.

Sin embargo, en muchas ocasiones, la prisa, el estrés o la impaciencia nos hacen olvidar que compartimos la vía con otros que también tienen razones para llegar seguros a su destino. Un solo segundo de descuido, una maniobra imprudente o una decisión impulsiva pueden cambiarlo todo; conducir con empatía significa ponernos en el lugar del otro. Significa reconocer que cada vida en la vía tiene el mismo valor que la nuestra.

Por ello la invitación a respetar las señales de tránsito, mantener la distancia adecuada, ceder el paso cuando corresponde y evitar conductas agresivas no son solo normas legales: son actos de humanidad que pueden salvar vidas.

Por ello, se insistió en hacer un llamado a todos los conductores: no importa si va en automóvil, motocicleta, bicicleta o a pie; el comportamiento puede marcar la diferencia.